300
Contexto histórico (versión breve y rapidita)
Para que nos situemos todos históricamente. Siglo V a.C., en plena Segunda Guerra Médica (Medos= Persas). Grecia continental se enfrenta al monstruo persa. Se enfrentan dos potencias, dos formas de gobierno, dos formas de vida, dos culturas. Los tiranos persas, de origen divino, soberanos despóticos, sometedores de pueblos... y los griegos. En el caso de Grecia, no estaba unificada, no existía en un principio ese sentimiento de unidad panhelénica, frente a un enemigo común. La batalla de las Termópilas ayudó sin duda a dejar a un lado las trifulcas y rivalidades internas para unirse, al menos un poco, frente a un mal común y mayor, mucho mayor. Para que nos entendamos, los griegos no tenían muy buena impresión unos de otros: para los atenienses los espartanos eran unos brutos y obtusos que solo pensaban y vivían para la guerra; para los espartanos los atenienses eran unos debiluchos, filósofos, y que, por ende, se pasaban el día en la Asamblea discutiendo y solucionando pleitos... pero en definitiva se dedicaban a asuntos, como decirlo, ‘poco masculinos’. Y hablo únicamente de Atenas y Esparta porque eran las dos polis griegas más poderosas y que articulaban a su alrededor dos bloques enfrentados. Cada una de ellas contaba con X ciudades que las apoyaban y secundaban en sus propósitos.
Batallas más destacadas: 490 la Batalla de Maratón (ganaron los griegos, aunque les costó); agosto 480 la Batalla de las Termópilas. Aquí unos 14000 hombres del Peloponeso- griegos y libres, entre ellos 300 espartanos bajo el mando de su rey, Leónidas hicieron frente a la gigantesca flota persa que pretendía someter la Hélade (o sease, Grecia continental). Por supuesto, a pesar de los grandes esfuerzos los griegos perecieron ante el ingente ejército del persa Jerjes. La respuesta griega no se hizo esperar. En septiembre de 480 los griegos con la flota dirigida por el ateniense Temístocles se enfrenta de nuevo a las hordas persas en Salamina. Ganan los griegos y la región del Ática queda a salvo, por el momento. Jerjes se retira con su ejército.
Supongo que la batalla de Salamina habría quedado espectacular en la pantalla grande si se hubiesen animado a ser totalmente fieles a la Historia. Aunque también es cierto que resultaría demasiado larga y que ella solita daba para una peli estupenda... En fin, Hollywood es Hollywood!
Los griegos entonces tienen tiempo para reorganizarse y prepararse para la batalla definitiva: un año después, en Platea (agosto del 479). La escena se desarrolla en tierras de Beocia y un poco antes en Jonia (Asia Menor, actual Turquía, Israel y Palestina). Las ciudades griegas -jonias- de Asia Menor se sublevan contra parte de la flota persa establecida en la isla de Samos. Con muchos problemas internos entre proatenienses, proespartanos y propersas (como la ciudad griega de Tebas) finalmente en Platea se libra la batalla definitoria del nuevo status quo heleno y también en el Mediterráneo. Los griegos del continente vencen a los persas y las polis jonias recuperan también su libertad e independencia del imperio persa. Son precisamente Platea, Atenas y Megara las ciudades que proponen a la Liga Helénica el escenario ideal. Los espartanos ven la oportunidad del ataque y con un ejército de casi 100.000 hombres y bajo la dirección de Pausanias, se enfrentan al temible ejército persa. Fue una abultada victoria la griega. Se recuperaron las rutas septentrionales de entrada en la Grecia continental y tras la toma de Sestos en 478 se cierra, por el momento, este periodo de luchas entre persas y griegos.
II. Los 300 espartanos o El León de Esparta (1962)
300 no es la primera primera película que trata la batalla de las Termópilas. Ya dicen que “no hay nada nuevo bajo el sol” y así es. Citaré una anterior, sobre todo porque mi padre me ha hablado tantas veces de ella que no me puedo resistir.
LOS 300 ESPARTANOS
EE.UU., 1962
Título original: The 300 Spartans
Dirección: Rudolph Maté
Guión: George St. George
Producción: Rudolph Maté, George St. George
Música: Manos Hadjidakis
Fotografía: Geoffrey Unsworth
Reparto: Richard Egan (King Leonidas); Ralph Richardson (Temistocles); Diane Baker (Ellas); Barry Coe (Phylon); David Farrar (Jerjes); Donald Houston (Hydarnes); Anna Synodinou (Gorgo); Kieron Moore (Ephialtes); John Crawford (Agathon); Robert Brown (Pentheus); Anne Wakefield (Artemisa); Ivan Triesault (Demaratus); Charles Fawcett (Megistias); Michalis Nikolinakos (Myron)
Resulta que esta peli mi padre la vio cuando era pequeño en el cine cuando existía eso de las sesiones dobles y las entradas constaban unas pocas pesetas (que no euros).
Epopeya épica que narra una particular visión del mundo griego antiguo, poblada de superhombres valientes y decididos ante los que cualquier mortal debía doblar la rodilla. Aquellos superhombres sólo podían ser vencidos en combate desigual y a traición, y con todo, el morir matando era su lema hasta el final. Digamos que, en verdad, aquellos griegos eran una pandilla bastante peligrosa de camorristas fulleros en continua batalla entre ellos: cuando no eran los atenienses contra los espartanos eran los tebanos contra los atenienses, o los corintios contra los atenientes, o los atenienses contra todos o, más habitualmente, todos contra todos. Ni siquiera los míticos espartanos eran aquellos superguerreros invencibles, grandes luchadores desde luego, quizá los mejores de aquella Grecia, posiblemente, pero no invencibles, y eran derrotados regularmente aunque no por ello con menos gloria.
En cualquier caso la realidad no puede, no debe, echar por tierra un buen mito, y menos aún una buena historia, y la de los trescientos espartanos parando los pies a un ejercito que le superaba por decenas de miles de hombres es digno de pasar a la historia y ser contando una y otra vez, incansablemente.
Bien es cierto que los espartanos contaban con algunas ventajas estratégicas bastante importantes. Por lo pronto los trescientos eran ellos, pero los defensores del paso de las Termópilas ascendían a una cifra que rondaba entre los diez mil y los catorce mil efectivos, por otro, el propio paso era una bicoca para los defensores, estrecho y escarpado se ajustaba a la perfección a la típica formación en falange, esto es, una larga fila de hoplitas (así se llamaban los soldaditos griegos) perfectamente acorazados y mejor adiestrados (ya digo que estaban todo el día zurrándose los unos con los otros, así que todos ellos, no sólo los espartanos, sabían bastante del arte de masacrar).
Un escenario tan reducido dejaba fuera a caballería y carros de guerra, imposibilitados de maniobrar, y las tropas persas lo eran todo menos persas. Como el de los grandes imperios el ejército invasor era una amalgama de levas de los pueblos ya conquistados en los que sólo la alta oficialía tenía algo que ver con los conquistadores.
Nos encontramos pues con un paso fácil de defender, cubierto por tropas tremendamente competentes, equipadas con lo mejor de la tecnología guerrera de la época y motivadas hasta la muerte. Ante ellos, un ejército entre veinte y cuarenta veces más numeroso pero discretamente equipado, adiestrado a la carrera, en absoluto motivado y como se demostró, dirigido con no mucha inteligencia.
El resultado fue la matanza de persas (dejémoslo así para no liar más la cosa) que durante cinco días el cuerpo expedicionario griego organizó con las sucesivas oleadas que los incrédulos generales de Jerjes I lanzaban a golpe de látigo contra la muralla de bronce. Veinte mil dicen las crónicas que cayeron antes de que un traidor (faltaría más) indicara a los persas un paso alternativo por el que copar la defensa griega. Con todo, podían haber salido todos de allí porque los persas fueron muy poco discretos a la hora de rodearlos, y tuvieron tiempo de sobra para embarcar a la mayor parte de las tropas. Se quedaron los trescientos espartanos y setecientos de Tespia. Los espartanos por vergüenza torera, Leónidas, uno de sus dos reyes, se había comprometido a detener con el ejército espartano al completo el avance persa en las Termópilas, pero el consejo de ancianos de Esparta mareó la perdiz, y Leónidas tuvo que partir contando únicamente con los trescientos efectivos de la guardia real. Los de Tespia se quedaron porque... si. Lo demás es leyenda. Os basta con saber que desde la Antigüedad existía en el paso de las Termópilas una especie de placa conmemorativa de la batalla (realmente según dicen algunos escritores griegos, sí, que escribían en griego antiguo y que una servidora ha traducido en más de una ocasión, pues digo, que más bien parece que era una roca con una inscripción a modo de monumento)
III. 300
Después de este revival vamos con la nueva versión. Personalmente creo que cumple su función: entretener. Eso sí, si no te gustan las películas de tema bélico, con luchas, sangre y miembros descuartizados, mejor no la veas. No es por nada, pero la mitad de la película es la lucha encarnizada entre los espartanos y los persas... Creo también que el director al montar y editar las escenas de lucha se ha pasado al jugar demasiado con el efecto movimiento normal/movimiento ralentizado. Puede que eso ayude a que el espectador no sienta tan reales las escenas de lucha, pero le resta realismo y remarca mucho más la sensación de estar ante un comic o un videojuego...
PERSONAJES:
Leónidas GERARD BUTLER
Gorgo LENA HEADEY
Theron DOMINIC WEST
Dilios DAVID WENHAM
Capitán VINCENT REGAN
Stelios MICHAEL FASSBENDER
Astinos TOM WISDOM
Daxos ANDREW PLEAVIN
Ephialtes ANDREW TIERNAN
Jerjes RODRIGO SANTORO
Pleistarchos GIOVANI ANTONIO CIMMINO
Loyalist STEPHEN McHATTIE
Éforo 1 GREG KRAMER
Éforo 2 ALEX IVANOVICI
Chica del oráculo KELLY CRAIG
Leónidas 7/8 años ELI SNYDER
Leónidas 15 años TYLER NEITZEL
Padre de Leónidas TIM CONNOLLY
Madre de Leónidas MARIE-JULIE RIVEST
Chico luchador (12 años) SÉBASTIAN ST
Mensajero PETER MENSAH
Partisano ARTHUR HOLDEN
Consejero (hombre mayor) MICHAEL SINELNIKOFF
Consejero JOHN DUNN-HILL
EQUIPO TÉCNICO:
Director ZACK SNYDER
Guión ZACK SNYDER, KURT JOHNSTAD y MICHAEL B. GORDON
Basada en la Novela Gráfica de FRANK MILLER y LYNN VARLEY
Productores GIANNI NUNNARI, MARK CANTON, BERNIE GOLDMANN y JEFFREY SILVER
Productores Ejecutivos DEBORAH SNYDER, FRANK MILLER, CRAIG J. FLORES, THOMAS TULL, WILLIAM FAY yBENJAMIN WAISBREN
Director de Fotografía LARRY FONG
Diseñador de Producción JAMES BISSELL
Montaje WILLIAM HOY, A.C.E.
Supervisor de Efectos Visuales CHRIS WATTS
Música TYLER BATES
Vestuario MICHAEL WILKINSON
Co-Productores STEVE BARNETT y JOSETTE PERROTTA
Y es que esto último tiene que tenerlo en cuenta el espectador que va a ver la película. El formato es fiel al comic y la estética es muy marcada: juego de luces y sombras, juego con los colores: ausencia del rojo y el amarillo en algunas escenas y predominio de los colores fríos, gama de azules, verdes y grises, para marcar más lo siniestro; contraste entre los espartanos cuya nota de color se reduce al manto rojo que los distingue de sus enemigos o un Jerjes rodeado de tonos dorados que intentan reflejar su ‘divinidad’, etc.
Si habeis visto Sin City sigue ese tipo de escenario muy marcado. Pero no os preocupeis, que hay de todo. Abusan un poco del fondo croma donde grabaron la mayor parte de las escenas, pero bueno, en general están bastante logrados los escenarios. Uno de los momentos en que falla es durante el hundimiento con el temporal ante la costa de las naves persas... ahí sí que es muy evidente la animación por ordenador. Bueno, hay otros momentos: y es que el clonado de los efectivos persas es también bastante exótico, o de los griegos en la escena final... casi parecen ordas de orcos al estilo tolkiano, así como algún que otro monstruo persa que bien podía ser un Uruk-hai o cualquier ogro persiguiendo a Frodo... digo, a Leónidas.
Otra cosa, sí, ya he dicho que los espartanos eran bastante burros, vamos, animalotes. Y sí, como bien se dice en la película, los niños eran separados de sus madres muy pronto y sometidos a un entrenamiento brutal. Todo espartano era guerrero y su misión fundamental en la vida (así los programaban desde su más tierna infancia) morir luchando. Eso era el mayor de los honores y las glorias. Nuestros protagonistas, desde luego lo consiguieron... con creces. Aún hablamos de ellos y eso pasó en el año 480 a. de C. No lo pudieron haber hecho mejor!!
La peli tiene algunos pequeños problemillas. Vamos a ver, los éforos, sí esos tan feos que salen al principio y que consultan el oráculo ... de Apolo, faltaba más! Y por cierto, el propio Leónidas dice que la pobre chiquita estaba borracha... bueno, es una buena explicación! Se sabe que sí, que las sibilas y los oráculos en la antigüedad alcanzaban ese estado de éxtasis con el que podían transmitir mensajes del dios de turno (Crédulos! En muchas ocasiones, los mensajes estaban pactados o habían recibido una suculenta propuesta para dar unas determinadas directrices... que os pensais, el chantaje, el tráfico de influencias y la prevaricación no son exclusivos de Marbella, son prácticas tan antiguas como el hombre). Total, que los colocones que se agarraban eran con alcoholes y otras sustancias más o menos alucinógenas. Se sabe por estudios arqueológicos que algunos santuarios de oráculos se establecían en grutas o cuevas naturales donde se producían emanaciones de gases que les provocaban ese estado de flipe.
Además, los éforos no eran así exactamente. Eran los magistrados más poderosos de Esparta, eso sí. Los reyes de Esparta y la asamblea de ciudadanos tenían que someter sus propuestas o peticiones al consejo de éforos... ellos tenían la última palabra en cualquier decisión política y también en asuntos religiosos. Ni tan asquerosos ni tan raritos...
Vamos ahora con Jerjes I, rey de Persia. Su aparición en escena es bastante hilarante... si habéis ido al cine ya, seguramente habréis escuchado carcajadas generalizadas... y es que es para tirarle de las orejas al director. Pobre Jerjes!! Debe estar retorciéndose en su tumba!! La primera impresión al verlo en la pantalla es preguntarse: ¿me he equivocado de película? ¿estoy en los carnavales canarios? En fin, la sensación que te transmite es que estás ante la reina de las drakqueens en los carnavales de Las Palmas... decepcionante!! El personaje parece un travesti y se da unos aires excesivamente afeminados... vale que estamos ante un tío que se cree un dios viviente y que gobierna sobre un vasto imperio y un monton de pueblos... pero, de verdad, los reyes persas eran muchas cosas pero esto es salirse de madre. No me extraña nada que algunos bufen...
Y he dejado para el final a Efialtes, el traidor espartano. Cuando uno lo ve por primera vez, piensa, ¡coño! Gollum buscando el anillo... Y si tenemos en cuenta que Dilios el espartano que cuenta la historia y que aparece al final de la película dirigiendo el gran ejército griego era Faramir en El Señor de los Anillos, pues, claro uno aún alucina más. Pero no nos asustemos... Efialtes es el típico traidor necesario en cualquier historia épica. Conoce un paso escondido que es el punto débil de los espartanos. En fin, es rebuscado, lo sé! Si tenemos en cuenta que los griegos eran poquitos en comparación con los persas y que tuvieron que situarse en las Termópilas que era el único lugar donde la inferioridad numérica no resultaba un obstáculo tan grande, pues que hubiese un caminito de pastores por la retaguardia, tampoco era algo que les preocupase demasiado.
Sin embargo, Efialtes tiene un papel crucial, se vende a los persas para conseguir algo que entre los griegos nunca iba a tener: igualdad como hombre. Efialtes es deforme... y era una práctica habitual en la antigüedad que los niños deformes cuando iban a ser reconocidos por el padre fuesen arrojados al vacío desde la acrópolis de la ciudad. Se hacía en Atenas, se hacía en Esparta y en todas las polis... supongo que podemos considerarlo una muestra salvaje de eugenesia. Y si Darwin nos da permiso, una selección de la especie, no natural, pero en aquel momento efectiva y en uso. Los individuos con deformidades eran mal vistos, se les consideraba inferiores y en general no eran ciudadanos útiles... así que en su sistema moral y de valores, mejor eliminarlos antes de que alcancen la edad adulta. Pensad, por ejemplo, en un caso mitológico. Hera, esposa de Zeus, muy cabreada con su maridito porque no hacía más que ponerle los cuernos, engendra por sí misma (era una diosa y podía!) a Hefesto (o Vulcano para los romanos). Como el pobre Hefesto le salió deforme, su mamá lo arroja desde el Monte Olimpo para matarlo. Bueno, el caso es que se salva y se convierte en el dios de fuego y la forja... y, para más inri, lo casan con Venus que le pone los cuernos con cualquiera, pero especialmente con el dios de la guerra, Marte. Que es esto sino la representación en el imaginario grecorromano de una ancestral práctica, recordada y aprendida generación tras generación en forma de fábula (o mito).
Y creo que poco más. Sí, que hay escenas en los campos de trigo que recuerdan a Gladiator. O que Leónidas, el actor Gerard Butler, estoy segura de que muchos ya lo habeis visto en la tele... aunque sin barba, sin pelo casco ni trencita. Hace poco han puesto en la televisión una miniserie en dos capítulos titulada Atila (rey de los Hunos), pues, sí, Atila es Butler, con pelo largo y en trenza o suelto y con unos ojos claros espectaculares...
Una última cosa, hay algo que podéis tener en cuenta a la hora de ver estas pelis. En aquellos tiempos las sociedades eran muy combativas, por motivos varios: poder político, adquisición de esclavos, de territorio, de campos de cultivo, de agua, de rutas comerciales (un ejemplo fue la destrucción de Troya en varias ocasiones, era y es un punto estratégico), poder estratégico y militar, etc. Y nadie era ni tan bueno ni tan malo. Dicho de otro modo, históricamente hablando, los persas podían ser unos animales, pero los griegos tampoco eran unos angelitos. Digamos, que eran más parecidos de lo que cabría esperar ... Sin embargo, pensad también que el hecho de que Grecia luchase por mantener su libertad frente a los persas hizo que nosotros seamos como somos... somos así, somos europeos entre otros muchos motivos porque desde antiguo hemos luchado por mantener nuestras identidades frente a invasores, sobre todo, frente a gentes de otras culturas y religiones. Griegos y romanos estaban culturalmente más próximos por lo que las luchas tenían otras connotaciones. Pero luchas contra pueblos asiáticos (hunos), contra los bárbaros germanos (godos), contra los árabes en la Península Ibérica... han marcado el carácter europeo.