sábado, 6 de enero de 2007

THE QUEEN. La Monarquía en peligro


La noche del 31 de agosto de 1997 un mercedes negro circula a gran velocidad por las calles de París tratando de dejar a atrás a los paparazzi. Dentro viajan la princesa de Gales, Diana Spencer, y el multimillonario egipcio, Dodi Al-Fayed. A su paso por un túnel el conductor pierde el control y el coche se estrella contra un pilar de cemento. Al-Fayed fallece al instante y la princesa Diana lo hace unas horas más tarde en un hospital de la capital francesa. En esos días toda Inglaterra y parte del resto del mundo sigue con emoción y tristeza el funeral de Diana Spencer. Todos menos, o al menos así lo parece, la famila real inglesa. El príncipe Carlos viaja a Francia en solitario para traerse a Inglaterra el cuerpo de su ex-mujer. Mientras, la monarca Isabel II no dice ni hace nada. Simplemente decide seguir con sus planes para las vacaciones e irse a su casa de campo. La incomprensión e indignación en la sociedad inglesa con su actitud es notoria, y la popularidad y los cimientos de la ancestral monarquía británica parecen resentirse ante la frialdad mostrada por la insigne institución con la muerte de la aclamada “princesa del pueblo”.

En este contexto histórico se enmarca la última película del británico Stephen Frears, The Queen. La historia la conocemos todos, pero el mérito de Frears estriba en que recrea cómo debió vivir la familia real, con Isabel a la cabeza, aquellos días de conmoción internacional. El director, republicano confeso, hace un respetuoso retrato, sin caer en la parodia, de la actuación y personalidad de varios miembros de esta arcaica institución británica; sobre todos ellos destaca, sin duda, la Reina. Frears nos muestra a una mujer reflexiva, activa, amante de la naturaleza y los animales, que se emociona ante la belleza de un ciervo, pero que se rige por valores y códigos de conducta victorianos, y que se ve incapaz de entender y hacer frente a la situación ante la que se encuentra.. En este punto es dónde toma un papel protagonista el recién llegado primer ministro, el laborista Tony Blair (primer laborista en llegar al gobierno trás 18 años de dominio conservador). Blair, inteligente y brillante, observa el peligro al que se expone la monarquía al permanecer fría y distante ante la muerte de Diana, y consigue convencer a Isabel II para que cambie de actitud y visite los restos de la madre del futuro rey de Inglaterra.


La actriz Helen Mirren (Isabel II) está grandiosa, en muchos momentos de la película su interpretación consigue que el espectador piense que está viendo a la auténtica monarca. Sus gestos, su forma de andar, su físico y expresividad están clavadas hasta el milímetro.


También hay que valorar la maestría con que Frears nos cuenta la evolución de los acontecimientos, y de los pensamientos, inquietudes y decisiones de los protagonistas. Nunca cae en la parodia simple y busca mostrarnos a personas reflexivas y realistas. En este aspecto es muy interesante como refleja la actitud que Blair toma ante la delicada situación por la que pasa la monarquía. Blair actúa con un gran respeto, e incluso se podría decir que simpatía, con la reina. Algo bastante chocante viniendo de un político laborista (partido con larga tradición republicana), y que sorprendía tanto a su combativa mujer, Cherie Booth, como a sus compañeros de partido. La capacidad analítica de Frears es brillante porque deja entrever aquí lo que quizás fue el inicio de una evolución en Blair que lo llevó a tomar decisiones muy cercanas al neoliberalismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo me aburrí una barbaridad con esta película, ya me cansa esta familia "real", aunque reconozco que la interpretación de Helen Mirren es muy buena.

Anónimo dijo...

a mi me gustó ver a la reina en bata