sábado, 3 de febrero de 2007

Cinema Paradiso




El otro día he vuelto a ver una de las películas que más me emociona y que mejor representa lo que significa el cine para todos los cinéfilos, Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore.

Resumiré el argumento: Totó o Salvatore es un niño que vive con su madre y hermana en el pueblo de Giancaldo, una provincia diminuta en la Italia de la posguerra; su padre ha muerto en batalla en algún lugar de Rusia. Todas las tardes, Totó se lanza al Cinema Paradiso, la única sala del pueblo; allí forja una amistad con Alfredo, el proyector, quien le enseñará la magia del 7º arte y conocerá a sus legendarios personajes: Marlon Brando, John Wayne, Greta Garbo,Clark Gable y Charles Chaplin. Los años transcurren, Totó crece y con la adolescencia se enamora de Elena, con padres de la alta clase europea y que tratan de impedir la relación.
Contada de este modo, Cinema Paradiso podría parecer otra cinta más del género dramático, no obstante la actuación demoledora de Philippe Noiret como Alfredo, la exquisita música de Ennio y Andrea Morricone, las enseñanzas de un viejo que sueña ver triunfar a un niño, el amor incondicional y absoluto de Salvatore por Elena y las metáforas maravillosas con el mundo del cine que flotan en el mismo aire de la producción, hacen del producto una obra maestra.
Para los que la han visto y les ha sabido a poco, hay una versión en DVD con los minutos cortados a la película por Hollywood. Yo la prefiero en la versión de 1989, aquella en la que todo eran cabos sueltos, porque como le dijo Alfredo a Totó: “… La vida, Totó, no es como las películas, es más dura, más difícil”.

Cinema Paradiso
es una oda a las salas de antaño, centro de reunión del pueblo, y testigo del paso del tiempo. Es un retrato de la pasión por el cine, por qué ha llegado a considerarse el 7º arte. Sin embargo, también nos narra las desventuras del sueño irremediablemente imposible, la preferencia de la agonía callada al conformismo hablado. Cinema Paradiso es un alegato del cine, por el cine y no como producto comercial. Es una reflexión sobre la vida, el alma humana y todo lo que conforman sus esperanzas y recuerdos.

Esta película se convirtió en clásico mucho antes de ganar el Oscar, el Bafta o el globo de oro. Se convirtió en clásico porque refleja nuestra alma y sólo una película de estas características puede perdurar en el tiempo.

2 comentarios:

Rogolagos dijo...

OOOOh que maravillosa película...
un lindo relato de como el cine ha sido nuestro compañero durante el siglo que pasó... y al parecer en este nuevo sigolo también...
mi querda Cinéfila, concuerdo con usted en que las películas deberían conservar el nombre original, en el caso de Chile si bien le cambian los nombre a los títulos, conservan el idioma original, salvo en las película de niños.

muchos saludos

Towanda dijo...

Estaba buscando algo en internet sobre "tradiciones" crueles con las mujeres para utilizarlo en algo que estaba escribiendo, entre en un blog (la primera vez que lo hago, yo es que no me llevo muy bien con la tecnología) y de ese pase a este. Cinéfila, no se, creo que es mucho decir, pero si he pasado unos momento muy felices disfrutando de Peliculas. Esta es una de ellas, solo la he visto una vez (muy pocas veces veo una peli mas de una vez, supongo que temo que la segunda ya no sea lo mismo, que sin duda es cierto) pero me llegó al alma tanta belleza, bondad, tanto amor...Precioso el regalo de los besos que le hizo, sencillamente maravillosa la escena de los besos "enlatados".
P.D. Ultimamente solo veo pelis petardas..que hagoooo?? Hasta Sean Pen sa puesto insoportablee!! Que veo?